Se había quedado quieta y Carlos le dio un suave tirón del brazo para sacarla de su ensimismamiento. Ella miró a Carlos con cara de sorprendida y la boca abierta, él le miraba con una sonrisa que desbordaba seguridad. Su sonrisa tan segura se le acabó contagiando y trató de devolvérsela, aunque la que esbozó fue más bien pícara. ¿Cómo había conseguido aquel hombre someter a esa mujer? Ella le había parecido increíblemente arrogante y controladora. La típica mujer que somete a los hombres a su voluntad, pero en este caso era justo al contrario. Y él lo había hecho. No pudo evitar sentir cierta admiración por él y sentir excitación por qué es lo que le depararía esa noche. Fuese lo que fuese, habría depravación y desenfreno.